Cuando en la víspera del viaje del presidente Uribe a Washington nos reveló la diferencia de cifras de los cultivos de coca entre la CIA, que reportaba 153 mil hectáreas, y la ONU-Simci, con 78 mil, evadió el problema fundamental al decir: Tenemos derecho a sentirnos confundidos. No, Presidente, lo importante no es tanto si la fiebre del paciente es de 40 o 43 grados, sino el hecho de que tiene fiebre muy alta y la medicación formulada no está funcionando.
Paralelamente, para refundirnos el fracaso de la fumigación, un muy prestante columnista facilita la confusión y nos habla del éxito del Plan Colombia afirmando: Gracias al Plan Colombia, el área cultivada ha disminuido en los últimos 10 años en un 9 por ciento. No es cierto.
Una sencilla comparación de las cifras oficiales del 2006 con las de 1996 evidencia la errónea apreciación del éxito del Plan Colombia. En 1996, el país tenía 67 mil hectáreas de coca en 12 departamentos. Diez años más tarde, en el 2006, Colombia tiene 11 mil hectáreas más 78 mil, detectadas ya no en 12 sino en 23 departamentos. Pero el dato más alarmante es que, en el mismo periodo, se pasó de una producción de 300 toneladas de cocaína a una de 610 toneladas en el 2006.
La más costosa estrategia jamás emprendida para disminuir la producción de drogas ha sido un absoluto fracaso. La contraprueba está en la disminución de los precios de la cocaína en los mercados mundiales. Como lo reconoció recientemente la directora de la DEA en Madrid.
Ahora, frente a la disminución del nueve por ciento de los cultivos respecto al año anterior, debo señalar que ese dato es más una presentación política que una realidad; la cifra es la misma del año pasado. Me explico, la cifra Simci tiene un margen de error del 10 por ciento; esto quiere decir que su cifra podría estar entre las 70 mil y las 86 mil hectáreas. Pero aquí es donde entra en juego la cifra de la CIA, no para confundirnos, como dice el Presidente, sino para ayudarnos a leer la tendencia de los cultivos, y esta es a la alza, lo cual llevaría la cifra de la ONU, definitivamente, hacia las 86 mil hectáreas.
Concentremos el análisis ahora durante la época más sustanciosa del Plan Colombia, que coincide con los dos gobiernos de Álvaro Uribe. Esto decía el Presidente un año después de su posesión en un consejo comunal: Quiero pedirle muy encarecidamente al señor Ministro del Interior y al señor general Rodríguez que aceleremos la fumigación. Y eso sucedió.
En el país, desde el 2003 hasta el 2006, se ha fumigado la enormidad de 580 mil hectáreas, rompiendo todos los récords sin que se pueda afirmar que se ha reducido en una sola mata los cultivos de coca en el país. Esta no es una manera de hablar, es absolutamente cierto; el sube y baja de las cifras de cultivos ilícitos de los últimos cuatro años, estos se mantienen estables dentro del margen de error del 10 por ciento: 86 mil, 80 mil, 86 mil y 78 mil. Pero en cambio el potencial de producción de toneladas de cocaína sí pasó de 440 toneladas en el 2003 a 610 en el 2006.
El concluyente fracaso de la fumigación no es nuevo y, mucho menos, desconocido por el propio presidente Uribe, quien conoció un informe de octubre del 2004 del Ministerio del Interior que da cuenta detallada de esta situación Me quedaba por fuera el Gobierno de Andrés Pastrana, del que se dice fue el campeón de la reducción en cerca de un 40 por ciento de los cultivos de coca, pero esta también es una presentación política: Pastrana no redujo nada; entró con 102 mil y salió con 102 mil. ¿De dónde sale el éxito de la fumigación? El coraje aquí es pararla ya, no continuarla, pero esta soberanía sí que se nos refundió ya hace algún tiempo.
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